Maldición
(Marisol Soto González – 3º A)
En un oscuro cuarto,
de lóbregas paredes,
se encuentra entre malditas redes
mi libertad.
Está dentro de un cofre
que, entre noche y noche
vuelve de mis sueños perdidos,
una voz, un suspiro,
de lo que nunca volverá.
Una llave dorada,
¡Esa llave amada!
Guarda en lo más profundo,
de un rencor que aún confundo,
lo que siento, lo que escondo,
y me fue arrebatado,
por ese vil villano
que arrancó de mis manos,
un tesoro sin igual.
Te maldigo mil veces opresor,
y que tus huesos no encuentren jamás paz,
porque lo que tu mano cometió
si existe Dios, no lo perdona,
y si mi boca, flagelada por tus gritos,
calla un día este lamento,
no olvides nunca maldito
que desde el universo infinito
maldeciré tu nombre una vez más.
Te odio y te odiaré
aunque pasen mil años,
y calle mi boca, y cierre mis manos
y mis huesos gastados descansarán,
pero mi alma no olvidará
la ofensa eterna cometida,
en un principio de mi vida,
que cambió el rumbo de mis sueños,
el de mi canto y el de mi anhelo.
Ahora libero mi alma,
de la opresión a la que fue sometida
y seguiré mi vida,
junto al varón amado,
que tomó mis manos y me salvó.
Morirá mi cuerpo,
morirá mi alma,
pero esta calma,
no me la robarán jamás.
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