La muerte no puede borrar el amor
(Katherine Lufin )
En una tormentosa mañana de agosto, encontré a mi padre recostado en su cama, muy pálido y con un leve color morado en los labios. A su lado estaba mi madre, llorando desconsolada y besando la mano de mi padre constantemente. Entonces comprendí que él había dejado este mundo, para siempre.
Luego llegó la ambulancia y se llevó el cuerpo de mi padre. Días más tarde hicieron su velorio, cuando estaban sepultando el cajón, debieron sostener a mi madre, pues no quería dejar que lo sepultaran, no podía soportar la idea de no volver a verlo jamás.
Nunca olvidaré esa escena, me sentía tan impotente al ver sufrir a mi madre y no poder hacer nada para consolarla.
Nadie me dijo como había muerto mi padre, y por un momento llegué a pensar que se había suicidado. Pero luego recordé que mi padre amaba mucho a mi madre como para abandonarla.
Claro que se amaban mucho, un día mi madre me contó su historia de amor.
Ellos eran vecinos desde pequeños, y siempre se habían gustado, pero un día debieron separarse, a mi padre lo enviaron al ejército y mi madre debió viajar al sur a cuidar a su abuela enferma.
Años después el destino los volvió a juntar, y cuando se volvieron a ver renació todo el amor que sentía el uno por el otro. Entonces decidieron no dejar pasar más tiempo y casarse.
Entonces descarté la idea de que mi padre se había quitado la vida.
Decidí ir a preguntarle directamente a mi madre, pero no tuve el valor de hacerlo, la encontré en su cama, acariciando la ropa de mi padre.
Por eso, con los ojos empapados me dirigí a mi habitación, y justo en la mesa del comedor encontré los papeles médicos, mi padre había muerto de un paro cardíaco, dejé los papeles en la mesa y me fui a mi habitación.
Comencé a pensar, hasta que decidí quitarme la vida, pero con un propósito, devolver la vida a mi padre.
Cuando mi padre volvió a vivir, el color regresó al rostro de mi madre, sus ojos se iluminaron y sus mejillas retomaron su color natural.
Naturalmente mi madre sufrió por mi muerte, pero esta vez tendría a alguien que sí la podría consolar, mi padre, el amor de su vida.
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